"Alma es otra versión —onírica y desaforada en este caso— de una de las historias esenciales de la narrativa universal: la búsqueda de la identidad. Una muchacha debe dejar la seguridad de su acomodada vida para internarse en un mundo absurdo y cruel, asombroso y, fundamentalmente, impredecible. Árboles de gelatina, azules montañas de madera, cielos verdes y toda clase de criaturas extrañas: ese es el paisaje que rodea y acompaña este viaje iniciático de Alma que comenzó en el tomo anterior, “El mundo disuelto”, y termina (o alcanza su nuevo comienzo, como todo viaje humano) en este, “Las aguas del tiempo”. Para desarrollar esta metáfora sobre el crecimiento y el descubrimiento del mundo, la maestría fantástica de Quique Alcatena y la imaginación poética de Néstor Barron son una combinación ideal, para construir una suerte de simbolismo realista sobre el cual levanta vuelo esta aventura querible e inolvidable."